Un menor de 16 años fue detenido por el crimen de un joven ocurrido en Famaillá el lunes pasado. Con este, ya son cuatro los adolescentes que terminaron en el Instituto Roca por haber cometido o participado en diferentes homicidios en menos de 40 días.
La escena es digna de “Relatos Salvajes”. Juan Luis Ledesma se encontraba en el barrio Baviera de esa localidad bebiendo junto a otros dos jóvenes. Por razones que aún no están claras, comenzaron a discutir. El primero se retiró del lugar. Uno de los supuestos amigos también se retiró ofuscado, consiguió una “tumbera” -escopeta casera- y le disparó a Ledesma en el pecho. El menor, con un puñal, le aplicó tres heridas para, según dijeron los testigos, “rematarlo”.
“El caso está esclarecido. Logramos aprehender al mayor que disparó y al menor que también participó en el hecho. Fue un crimen que nos llamó la atención por su brutalidad. Habrían actuado bajo el efecto de las drogas”, dijo sorprendido el comisario Julio López, jefe interino de la Unidad Regional Capital.
El miércoles, personal de la División Homicidios, al mando de los comisarios Hugo Cabezas y Daniel Cuellar, aprehendieron a un menor de 14 años, sospechoso de haber participado en el crimen del ex policía Alejandro Roberto Alurralde, ocurrido el 19 del mes pasado. Ese día, la víctima fue atacada por un grupo de “transas” por una supuesta deuda. Como en el caso anterior, los sospechosos actuaron con una horrenda frialdad. Lo ultimaron a varias puñaladas e inclusive le dejaron un cuchillo clavado en una de sus piernas. Este menor, al ser inimputable, nunca será enjuiciado por el crimen del que está acusado.
El 8 de febrero la Policía detuvo a un menor por el crimen de Andrés Castro. El voleibolista fue ultimado de un balazo en el pecho cuando intentó resistirse a que le robaran una mochila en la puerta de su casa, en noviembre pasado. Por el mismo hecho, ya se encontraba alojado en el Roca su primo, de 16 años. Según fuentes policiales, ambos cometían hasta 10 arrebatos por día.
“Tenemos miedo porque sabemos que en cualquier momento lo largan. Está en el Roca, pero su familia ya hizo todos los trámites para que lo entreguen a su hermana. Cuando lo detuvieron, amenazó con que después de haber matado a mi sobrino, lo haría con el padre por haberlo denunciado. Y todo el mundo sabe que estuvo involucrado en por lo menos cuatro muertes”, aseguró María Romina Gómez, tía de Carlos Gallardo, el joven que fue asesinado en el barrio El Sifón el 25 de enero.
“A mi hijo lo mataron como un perro. Le hicieron de todo. Su vida le costó $ 5.000, porque esa es la fianza que fijó un juez para que el mayor recuperara la libertad. Los jueces están dejando en libertad a personas para que sigan asesinando”, agregó Silvia Navarro, madre de la víctima.
Personal de Homicidios no descarta que también menores hayan participado en el crimen del policía David Aragón, ocurrido el martes en Jujuiy y Magallanes. Ese día, el uniformado fue sorprendido por cinco “motochorros” que se desplazaban en tres motocicletas. Dos de ellos intentaron quitarle el celular a la víctima, pero este se resistió y, cuando intentaba atraparlos, fue herido por la espalda por los cómplices de los atacantes.
Más opiniones
“El tema de la droga está presente en todos estos casos. La mayoría de los acusados tienen severos problemas de adicción. Son muy peligrosos porque actúan drogados. No miden los riesgos y tampoco les importa nada. Estamos ante un problema serio”, dijo una alta fuente policial.
“Nos hemos comido una generación”, aseguró el juez Mario Velázquez. “Si bien nada justifica lo que está sucediendo, a cinco cuadras de los centros urbanos es marcada la ausencia del Estado nacional, provincial y municipal, y eso es mucho más preocupante. Hay que ocuparse de los menores que tienen conflicto con la Ley, no se los puede abandonar, al igual de los que están totalmente excluidos del sistema”, indicó.
Velázquez dijo que le sobran los dedos de las manos para contar los casos de adolescentes acusados de homicidios en los 12 años que tiene frente al Juzgado de Menores de Monteros. “Lo más doloroso es que la gran mayoría de ellos se terminaron suicidando, perdiendo la vida en enfrentamientos o en accidentes de tránsito por conducir alcoholizados”, concluyó.